Todos los dueños de perros sabemos que nuestros amigos peludos tienen sentimientos igual que nosotros. Nuestros canes son felices cuando jugamos con ellos, se entristecen cuando nos vamos a trabajar y los dejamos en casa solitos, sienten dolor cuando se ponen malitos y tienen miedo cuando hay ruidos inesperados o fuertes estruendos. Pero así como nosotros tenemos una clara percepción sobre nosotros mismos, ¿los perros también tienen juicios sobre sí mismos?
Si algo sabemos es que son conscientes de su propio cuerpo y por ello saben identificar cada parte de ellos mismos. No es de extrañar pues que si les ponemos algún objeto por encima, rápidamente lo quiten de su cuerpecito peludo, ya sea para jugar con él, para comérselo o, simplemente, para que deje de molestarles. Si probáramos a ponerle un cordel en la cola, enseguida notarían que hay algo ahí fuera de lugar y se desharían de él tan pronto como pudieran.
Cuando les vemos jugar ansiosamente a perseguirse la cola puede ser que sólo sea un juego o que tengan algo en su rabo que realmente les esté molestando y estén “luchando” por quitárselo de encima; por si acaso, sería bueno investigar la razón y no perder de vista a nuestro perrito si esta conducta se repitiera.
Pero, aún sabiendo que conocen su cuerpo a la perfección y que cualquier detalle, por pequeño que sea, les puede poner en alerta, ¿habéis probado a ver qué es lo que pasa al ponerlos frente a un espejo? Hay varias posibles reacciones cuando un perro ve su imagen por primera, o segunda vez, en un espejo. Aunque normalmente suelen coincidir en una reacción concreta, como es la de ladrar y gruñir al ser desconocido del otro lado del espejo como si éste fuese un perro que amenazara con atacar, algunos por el contrario se quedan impasibles y quietos esperando una respuesta del otro can para saber cómo deberán actuar ante él. Esta conducta no es extraña si nos dedicamos a observar con más detalle lo que hacen con el resto de seres de su alrededor antes de decidirse a saludarles con un lametón o con un gruñido. Los perros para reconocerse entre ellos usan varias de sus percepciones sensoriales, pero sobretodo se sirven de su súper olfato para recordar con precisión a ciertas personas, cosas o lugares. En el caso del espejo, como el peludo que tienen delante no desprende ningún tipo de olor, puede crearles cierta desconfianza y por ello se ponen nerviosos.
No sabemos seguro aún que piensan de sí mismos nuestros perritos pero sí podemos ayudarles a que no se sientan incómodos delante de un espejo. Por ejemplo, si a menudo le enseñamos su reflejo poco a poco se hará a la idea de que ese ser canino que ven delante de sus ojos no es un enemigo que viene a invadir su hogar, sino que es un amigo con el que, si bien no podrá jugar a la pelota, sí podrá compartir los ratitos de soledad en casa mientras no podemos estar con él.