EL OLFATO POR SOBRE EL GUSTO Por curiosidades, que nos definen los gustos particulares de un perro por determinados piensos, por algún suplemento con sabor especialmente atractivo, creemos que es el sabor lo que los atrae...
Algo que nos invita a pensar que el perro, como sucede con su olfato, ha desarrollado un extraordinario sentido del gusto. Pero, para ser sinceros, la respuesta es no. Los perros no cuentan con un sentido del gusto tan fino como su olfato, y, por lo que parece, ni siquiera es mejor, está tan lleno de matices o aporta sensaciones tan variadas como el de los seres humanos.
Sólo hay que ver con detalle la lengua de los perros para comprobar que no tiene las típicas rugosidades o resaltes que caracterizan ese apéndice en los humanos. La lengua de los perros es más plana, más estrecha, más lisa.
Un dato. Los perros tienen por término medio diez o doce veces menos papilas o receptores del gusto en su boca que el hombre. El sentido del gusto del perro, en cualquier caso, tiene algún suplemento con valor, no se circunscribiría sólo a su boca, sino que inmiscuiría además a la
faringe y a la
laringe del animal.
Los nervios glosofaríngeos y linguales serían los responsables de trasladar la información percibida por las papilas gustativas de la boca del perro a su cerebro para su interpretación.
Aunque, en algunas razas de perros se dan excepciones, las papilas son más grandes en una lengua también más extensa, y, por lo que parece, más sensible o insensible también a según qué sabores presentes en la comida.
Los perros no tienen todas las papilas gustativas que pueblan la lengua humana, como hemos comentado. Y, por tanto, los perros no son capaces de detectar determinados sabores que son una referencia en la alimentación humana.
Entonces ¿qué sabores son los que sí puede detectar en la comida los perros? La comida, el pienso de los perros está mejorado, como ocurre con la alimentación de los humanos, con potenciadores de sabor o saborizantes que hacen más atractivo el acto de la alimentación y toda su comida. Porque, el proceso de elaboración y conservación de la comida hace perder muchos de los aromas y sabores naturales.
Uno de los saborizantes más comunes de los piensos de los perros es el umami. El umami es el quinto sabor, descubierto en Japón a principios del siglo XX, y que se puede definir como el sabor a hierro, el sabor cárnico. Eses sabor que queda en la boca después de haber comido los quesos curados. Se trata de un sabor presente en las grasas y en la carne, base también de la alimentación de los perros.
Otro de los sabores que reconoce el perro es el amargo, que se puede encontrar en su comida y también en los piensos que se pueden comprar habitualmente en cualquier tienda de animales.
No es de extrañar esta cualidad, porque en la naturaleza, el
sabor amargo se asocia a la descomposición y la composición nociva de algunas comidas que ingieren los perros.
Disponer de una lengua que es capaz de detectar cualquier anomalía en la comida es una garantía para la supervivencia del perro y una constatación práctica de su evolución como animal.
Sobre los sabores dulces, salados y ácidos, parece que sí detecta los dos primeros, pero no el último, o, con matices, no como los seres humanos, que representa nuestra escala de medir